Remera, saco y suéter verde. Esa fue la constante que hubo, verde, toda verde. Además de ese aire misterioso y enigmático que le rodea. Mirada intensa, fuerte, que inhibe e intimida. Mirada que se transforma en lasciva y provocadora, mirada que maneja a su antojo como si fuera una experta en el arte de la seducción y persuasión. Como si su costumbre fuera salirse siempre con la suya. Por momentos no me inspiró confianza, pero todo ese clima me atrajo, como desafiándome e invitándome a un banquete lleno de lujuria.
Yo, entonces, entro en juego. Conciente decido jugar y ver que me pasa. Conciente me dejo llevar. Entonces floto. Y aunque en algún momento me haya parecido imposible, disfruto dejando desbordarme pero a la vez entando bien presente ahí, viviendo el sentir. Es muuuy bueno eso. Me gustó/a.
Yo, entonces, entro en juego. Conciente decido jugar y ver que me pasa. Conciente me dejo llevar. Entonces floto. Y aunque en algún momento me haya parecido imposible, disfruto dejando desbordarme pero a la vez entando bien presente ahí, viviendo el sentir. Es muuuy bueno eso. Me gustó/a.